El sueño, esa función biológica básica que tenemos fijada en la agenda diaria no es una desconexión automática necesaria para que el cuerpo descanse, es mucho más. Es una de las claves para nuestra salud física y nuestro bienestar psicológico.
Pero ¿realmente somos conscientes de cómo afecta la calidad del sueño a nuestro cuerpo?
Todos sabemos que dormir más y mejor potencia el estado de ánimo positivo, las sensaciones agradables y emociones positivas; en definitiva, una buena calidad del sueño hace que la persona sienta bienestar y satisfacción. La calidad (eficiente o no eficiente) y la cantidad (horas) de sueño que regularmente tiene una persona nos puede ayudar a entender cómo se encuentra. De hecho, cuando acudimos a la consulta de cualquier especialista bien sea por un malestar físico o porque queremos realizar un cambio, bajar de peso, dejar de fumar, etc. en el cuestionario inicial siempre nos preguntarán si dormimos bien o no.
Si una persona no duerme ni suficiente ni bien, es posible que desarrolle sintomatología tal como estrés, lentitud en su conducta y en su pensamiento, dificultad para mantener la concentración y la atención, fallos de memoria, irritabilidad y nerviosismo, falta de interés, y todo ello puede desencadenar emociones de ansiedad y tristeza. A esto, también se suma una menor autoeficacia a la hora de realizar las actividades diarias o afrontar nuevas tareas y retos.
¿Te has planteado si la calidad de tu sueño es óptima?
Comprueba el tiempo que duermes, el sueño intermedio debe oscilar entre unas 7-8 horas. En cuanto a la calidad del sueño, podemos tener en consideración el criterio de si este nos ha servido para recuperar energía, vitalidad y fuerzas, y si tenemos la sensación de que hemos descansado lo suficiente.
En muchos casos, cuando analizamos nuestro sueño podemos darnos cuenta de que padecemos insomnio, un proceso que produce algunas de las alteraciones que hemos comentado más arriba.
¡Toma nota de estas recomendaciones, pueden ayudarte a mejorar la calidad del sueño!
- Reduce las actividades que interfieran con el sueño, no comas en la cama ni estés mucho tiempo con dispositivos tecnológicos.
- Permanece en la cama el tiempo suficiente pero no más, si a los 30 minutos no te has dormido levántate y vuélvete a acostar cuando sientas sueño.
- No realices ejercicio físico en horas cercanas a irte a dormir, deja al menos tres horas de margen.
- Practica ejercicios de relajación antes de acostarte: pueden ayudarte a conciliar y mantener el sueño.
- Regula la temperatura del dormitorio, los ruidos y la luz.
- Evita utilizar la cama para pensar en temas que preocupan porque activarán mente y cuerpo. En este sentido, la manera que tengamos de afrontar los problemas puede tener gran influencia en la calidad y cantidad de sueño.
A todo esto, se suma que debemos realizar un análisis completo de nuestra rutina diaria; pues cada vez nos comprometemos con más tareas, más obligaciones y actividades que, en muchas ocasiones, restan horas de descanso y hacen que este pierda prioridad y muchas veces esté en los últimos puestos de la lista de nuestras prioridades.

Todas estas circunstancias que se enmarcan dentro de un estilo de vida influyen indudablemente sobre los patrones de sueño, lo que conlleva consecuencias para el bienestar y el estado de ánimo. Hemos de reflexionar sobre ello y quizás, si nos parece conveniente, realizar algún cambio en nuestra vida a fin de no perder de vista lo es realmente importante para nuestro bienestar y para mejorar nuestra calidad del sueño.
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