Lo hemos hecho sin apenas darnos cuenta, pero hemos aprendido a valorar nuestro hogar y el hecho de poder estar en él.
El nesting es una forma de vida que lleva años en auge en nuestro país. Su origen está basado en el hygge: término procedente de Dinamarca que hace referencia a un estilo de vida que te invita a disfrutar del tiempo en casa, que te ayuda a sentirte más feliz en tu hogar, sin necesidad de grandes cosas.
El nesting consiste precisamente en eso, en quedarse en casa por placer, por estar con uno mismo y con nuestros seres queridos y hacer actividades que nos llenan, nos cargan las pilas y nos conectan con nuestro yo interior. El concepto viene del inglés “nest” (nido) y, aunque llevamos años practicándolo sin saberlo, ahora tiene nombre propio.
Para cada uno, el nesting puede practicarse de distintas formas: quedarse entre las sábanas un domingo por la mañana, cuidar de las plantas, leer un libro en el sofá, cocinar, limpiar y organizar el “nido”… las opciones son infinitas pero todas tienen algo en común: saber disfrutar de los momentos en casa.
Cada vez se valora más el placer del hogar, y no es de extrañar, pues el ritmo de vida que llevamos nos puede llegar a superar:
El estrés
Durante la semana vamos a casa a dormir, y poco más. Los horarios, las reuniones, los hijos, la compra… a penas nos dejan tiempo para sentarnos un rato en el sofá después de cenar.
Las tecnologías
Como comentábamos en el post “6 consejos para dormir mejor durante el confinamiento”, el uso de los móviles y pantallas no nos deja relajarnos: la luz que desprenden y la sobreinformación que recibimos hacen que nuestra mente no desconecte.
Vida social
Entre trabajo, los niños, la compra, la casa… tendremos que buscar algún momento para hacer vida social y reunirnos con amigos y familia. Son momentos necesarios que nos llenan, pero siguen restando minutos al tiempo de disfrutar de nosotros mismos y de nuestro hogar.
El miedo a parar
Nos quejamos del ritmo de vida frenético que llevamos pero, hay casos, en los que el miedo a parar y no tener nada que hacer es la auténtica razón de ese estrés. Parar supone reflexionar, escucharnos sin distracciones. Y no todo el mundo está preparado para eso.
Sea por el motivo que sea, debemos dedicarnos tiempo a nosotros mismos y a estar en casa, en nuestro hogar. Si quieres empezar a practicarlo, te dejamos tres claves:
Haz de tu casa un lugar acogedor
Limpia, ordena y decora. Haz de tu casa un hogar donde te apetezca estar.
Haz cosas que te apetezcan hacer
Escúchate y haz aquello que te pida el cuerpo y la mente: dormir, un baño, leer, cocinar, ver una serie, jugar con tus hijos… No te fuerces y deja que todo fluya.
Prepárate para estar en casa
Al igual que tu hogar debe ser acogedor, la ropa que lleves también. Busca prendas que te permitan estar cómodo y sentirte bien. Te dejamos aquí algunas ideas.
Practica el “nesting:” sé tú mismo y relájate. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.